El profesor de violín, o Tudo aprendemos juntos, en su título original, el último film del director brasileño Sérgio Machado, debe ser la milésima película sobre la redención, a través de la cultura, de un grupo de chicos criados en un entorno asfixiante, sea un orfanato francés tras la Segunda Guerra Mundial, como en Los chicos del coro, o en un instituto de California, como en Mentes peligrosas. En este caso se trata de Villa Heliópolis, una de las zonas de favelas más peligrosas de Sao Paulo, donde un violinista acepta dar clases a un grupo de adolescentes, condenados a una vida de marginación y violencia. Como no podía ser de otra manera, la abnegación del profesor y la belleza salvadora de la música les proporcionará una esperanza a la que aferrarse.

Estéticamente cuidada, huye tanto de la lágrima fácil y la sensiblería que no logra emocionarme, pese al buen trabajo de su actor principal, Lázaro Ramos, y del resto del elenco. Parece ser que se inspira en la historia real de Silvio Baccarelli, un maestro de música que logró fundar la Orquesta de Heliópolis con jóvenes de la favela. Una película agradable, sin más trascendencia.

Lo mejor, algunos ratos escuchando a Bocherini, Mozart o Beethoven. Os dejo el trailer: