El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
Jorge Luis Borges
Bueno, Sol, ya ves que he cumplido con tu manda y David Hornero te ha dejado una foto en la alacena.
Y hablando de amigos y de blogs… Sabe, Sol. que nuestra otra común amiga, Celia, tiene en pie desde hace meses un blog «colgado de los altos aleros de Belgrano, allá en Buenos Aires querido» que así lo he ubicado yo en uno de los correos que le vuelan de mi parte; pues sabe que, desde hace bastante tiempo, mantenemos una cordial correspondencia ella y yo (sho), al rebufo de cosas escritas en esta Casa tuya. Y cuando cuelga de aquel alero porteño un post de golondrina amiga que da cuenta de sus honduras y de sus desvelos, este pájaro del Atlántico norte (a veces tan desnortado) le envía su razón de vida, sus escritos y hasta su voz. Porque sabe, Sol, que es tan generosa que hasta ha colgado algunos poemas de Borges que yo recito con mejor intención que resultado.
Me dice que no quiere divulgar la existencia de este blog, que se conformaría con que los amigos lo frecuentaran… Por eso he pensado que quizás te parecería interesante dejarte caer por allí alguna vez, a enriquecer lo que, por ahora, es un proyecto ilusionado.
Allí Celia es Laura y este Fred Federico o cualquier otro noctámbulo, solo, fané y descangayao.
Beso te mando.
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Querido Fred; eres perfecto para muchas cosas, incluidos los recados. Escribo presto a esta amiga nuestra para que me envíe sin dilación su dirección. Y también nos encontraremos en su casa. Besos
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Certero Borges, como siempre, como los más grandes poetas.
Si te vale, yo también conservo bastón, monedas, llavero, láminas, atlas, copas, clavos y……gafas. Y que nadie, he dicho nadie, me lo toque porque me hablan, aconsejan, sonríen sin cesar en cuanto veo cada una de las piezas del invalorable tesoro. Besinos, corazón.
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