En pleno Saint-Gilles, en la Rue Americaine, visito la casa taller del gran arquitecto del Modernismo belga, Víctor Horta. Los dos edificios vecinos, unidos en su interior, conforman un conjunto bellísimo de estancias y escaleras interiores, un laberinto encantador en el que cada detalle denota el buen gusto y la creatividad de su diseñador, desde los pomos de las puertas hasta las alacenas, desde el radiador a la lamparilla de noche. Cada mueble, cada detalle es una joya. Me lo hubiera llevado todo.
Intento hacer fotos, y alguna consigo antes de que vengan a avisarme de que está totalmente prohibido. Del hall, con un vestidor a la izquierda , se accede al arranque de la escalera que nos lleva a la planta noble, de la que surgirá la maravillosa escalera que os muestro en las fotos. Me llamó la atención la luz, que se filtra por claraboyas y ventanales e invade todos los rincones, la ligereza de los volúmenes, los tonos claros de las maderas y el papel y pintura de las paredes. Los mármoles blancos, los dorados, los colores alegres de las vidrieras. Esta casa facilita la felicidad.
En la planta noble, la sala de música, el rellano de la escalera (en la fotografía de la izquierda) y el comedor, con una sala de servicio al lado. Merece la pena que ampliéis las fotos y os fijéis en cada detalle. El protagonismo del rellano de la escalera, que ocupa un espacio mayor que el salón de música. La belleza de la barandilla me fascina. El juego de volúmenes, múltiples perspectivas visuales. Horta hace estallar el concepto de espacio tradicional. Todo fluye.
En la primera planta, el dormitorio principal, el cuarto de estar y el baño. Los ventanales miran al jardín, que asemeja una pequeña selva descuidada por el que no parece posible transitar. Estas habitaciones resultan íntimas y confortables, tan alegres y acogedoras como el resto de la casa. El papel pintado pretende recrear el original. Merece la pena que os fijéis en la belleza del cabecero de la cama. El mueble que veis al fondo, con la puerta abierta, oculta una bacinilla. Y , a la derecha, el cuarto de baño compuesto por dos estancias dedicadas a la bañera y al váter.
Parece ser que la planta superior no responde con mucha fidelidad a la existente en origen. Se trataba de un pequeño apartamento para Simone Horta, la hija de Víctor, cuyo dormitorio veis arriba a la izquierda. De esta planta me encantó un pequeño invernadero y el cuarto de estar contiguo, un lugar delicioso para vivir.
Quienes habéis visitado Mi casa asiduamente sabéis de mi fascinación por las dependencias de servicio de las casas museo que visito. Pues mi curiosidad se vio en este caso satisfecha. A la derecha, la cocina, luminosa como el resto de la casa, a la que se accede con una escalera de servicio que recorre las tres plantas. Una pequeña estancia la separa del jardín. Cotilleo vajillas, cristalerías y cacerolas. Estoy sola y deambulo a mis anchas. Me enamora esta casa.