Pocos lugares tan hermosos en Berlín como el Jüdischer Friedhof, el cementerio judío. Se encuentra en la Schönhauser Allee, cerca de la Kollwitzplatz, tras una tapia cuya puerta entreabierta invita a visitarlo. No hay un alma, nunca mejor dicho. Ni un vigilante, ningún curioso, nadie honrando a sus muertos. El silencio es total. Y la llamada paz de los difuntos, una quietud reconfortante. Nada más bello que un cementerio hermoso.
El triángulo mágico entre Schönhauser Allee, Kollwitz y Knaackstraße alberga bajo la hiedra, los arces, tilos y castaños casi 25.000 tumbas. Aunque mi guía dice que aquí están enterradas víctimas del Holocausto, comprobamos en las lápidas que los enterramientos son muy anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Investigo algo más y me entero de que este cementerio funcionó desde principios del siglo XIX hasta 1945, año en que se enterró a Vera Frankenberg, una niña a la que hirió mortalmente una granada, y Martha Liebermann, esposa del pintor Max Liebermann, que también descansa aquí. Pero la mayor parte de las tumbas pertenecen a años muy anteriores.
Creo que os podéis hacer una idea de la belleza de este lugar por las fotografías, por muy mediocres que sean. Algunos enterramientos son magníficos, aunque el paso del tiempo ha hecho estragos y las edificaciones se caen a pedazos. Leo en algún lugar que cuando los nazis obligaron a los ciudadanos a entregar los objetos de hierro para la industria armamentística se llevaron las cadenas y las placas de metal de muchos monumentos funerarios, sin grandes miramientos. Las lápidas rotas, caídas y semienterradas; la hiedra cubriéndolas como un sudario y una alfombra de hojas secas aumentan el romanticismo del lugar.
También leo que muchos de los que aquí yacen se han quedado sin familia que cuide su tumba. Solo en alguna veo los guijarros que los judíos acostumbran a colocar sobre las lápidas de sus seres queridos. En otoño, con esta luz blanca: un jardín extraordinario.
Gracias por tu hermoso documento que induce a pensar en tantos temas trascendentales. Mil besos, ya en el nuevo año, Sol.
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Es uno de los lugares más románticos que he conocido. Un lugar realmente hermoso. Mil besos, José
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