«La belleza es un apoyo en la vida, te protege. Cuando la belleza falta durante mucho tiempo, la gente se vuelve agresiva y surge el embrutecimiento». Leo en el periódico estas frases de Herta Müller. La belleza como coraza, como refugio. Durante muchos años la belleza me envolvía a través de la literatura. El mundo mezquino, doloroso y feo se quedaba fuera de mi universo, compuesto por seres de ficción y mundos que otros había imaginado pero que ya me pertenecían. Esa era mi coraza. Luego fue el arte, y en mucha mayor medida, definitivamente, la música. A lo largo de los años me he ido proveyendo del alimento que precisaba: silencio, soledad, belleza.
Cuando veo en los medios de comunicación imágenes violentas, cierro los ojos. Si hablan de los que huyen de la miseria o la guerra para morir en el Mediterráneo, o de frío a las puertas de la insolidaria Europa, me siento tan culpable, tan avergonzada que vuelvo a encerrarme en mi confortable escepticismo para justificar mi inacción. Siento que todo por lo que luchamos cuando éramos jóvenes se ha ido al traste. Una Europa unida y solidaria, unos ciudadanos más cultos y tolerantes, un mundo más igualitario en el que el respeto a los derechos humanos fuera prioritario. Y no hago nada por evitarlo. El partido al que voto, tampoco.
Apago la televisión, coloco en el CD la Tercera de Brahms, se cierra mi coraza y voy sobreviviendo.
No amiga querida, esta lucha es tan vieja como la humanidad! No tomes tus aficiones como corazas, forman parte de tu sensibilidad y eso no pueden encima robártelo!!
Es la avaricia, la estulticia, el egoísmo etc..
La historia continua y se mueve «en zig-zag»
No podemos hacer mucho más que mirar a nuestro alrededor y ver donde ayudar a ese esfuerzo colectivo y dar ejemplo! No es tiempo de abandonar!
El sitio que tú abandonas lo ocupa otro a favor de seguir así y se pierde el equilibrio! Hay que seguir, siempre! Somos muchos más!
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Somos muchos más, sí, pero vivimos tan confortablemente en nuestro pequeño mundo que estamos vacunados contra el horror. Yo me avergüenzo de mi misma, Patxi, pero eso no me salva porque sigo aquí, sin mover un dedo, lamentándome. Casi preferiría tener alguna excusa y poder aferrarme a ella.
Todo mi cariño, amigo mío
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