La Celestina de José Luis Gómez, representación teatral de la que os hablaba ayer, me animó a rebuscar en mi desordenada biblioteca mi ejemplar de la obra de Fernando de Rojas, con tan buena suerte que la hallé a la primera. Guardo un recuerdo entrañable de la lectura de este libro. Entonces era muy joven, mi sed por conocer y gozar era insaciable, y devoré la Tragicomedia de Calixto y Melibeo y la puta Celestina con una avidez de la que ahora carezco. Ojeo mi ejemplar, editado por Bruguera en 1970 (su tercera edición) y lo encuentro plagado de subrayados, con notas y llamadas de atención en los márgenes. Algunas tienen que ver con el significado de palabras preciosas que ya no son de uso común (por ejemplo, «ogaño», en cuyo margen escribo «en este momento»); otras apuntan «preciosa metáfora»: «El tiempo me dira que haga, que primero que cayga del todo dara señal, como casa que se acuesta».
Paso la tarde releyendo a salto de mata. Y , entre muchas maravillas, me topo con este homenaje al vino que comparto con vosotros. Habla Celestina:
«Después que me fuy haziendo vieja no se mejor oficio a la mesa que escanciar, porque quien la miel trata, siempre se le apega della. Pues de noche, en inuierno, no ay tal escalentador de cama: que con dos jarrillos destos que beua quando me quiero acostar, no siento frio en toda la noche. Desto afforro todos mis vestidos cuando viene la Nauidad; esto me calienta la sangre; esto me sostiene contino en vn ser; esto me haze andar siempre alegre; esto me para fresca. Desto vea yo sobrado en casa que nunca temere el mal año, que un cortezon de pan ratonado me basta para tres dias. Esto quita la tristeza del coraçon, mas que el oro ni el coral; esto da esfuerço al moço e al viejo fuerça; pone color al descolorido, coraje al couarde, al floxo diligencia; conforta los celebros, saca el frio del estomago, quita el hedor del anelito; haze impotentes los frios, haze suffrir los affanes de las labranças; a los cansados segadores, haze sudar toda agua mala, sana el romadizo e las muelas; sostiene sin heder en la mar, lo cual no haze el agua. Mas propiedades te dire dello que todos teneys cabellos. Assi, que no se quien no se goze en mentarlo. No tiene sino vna tacha: que lo bueno vale caro y lo malo haze daño. Assi que con lo que sana el hígado, enferma la bolsa. Pero todavia con mi fatiga busco lo mejor, para esso poco que beuo. Vna sola dozena de vezes a cada comida, no me haran passar de alli, saluo si no soy conbidada, como agora.»