Hace un rato que estoy ante el teclado, mirando la pantalla, sin saber cómo comenzar esta entrada, como organizar la información para hablaros de esta exposición y mostraros los cuadros que más me han impactado, como he hecho otras veces. No me va a resultar fácil porque es esta una muestra excepcional, en la que se dan cita cuadros provenientes de diferentes museos y colecciones privadas de todo el mundo, obras que hasta ahora no se habían contemplado juntas nunca y que yo, desde luego, no volveré a tener ocasión de ver. Cuadros extraordinarios , muchos de los mejores exponentes de lo que se conoce como Expresionismo abstracto norteamericano, que nació en los años cuarenta del siglo pasado en Estados Unidos, a partir del que este país conquistó la hegemonía del arte contemporáneo en todo el mundo.
Ninguno de sus componentes asumió como propia esta denominación, acuñada por los críticos de arte norteamericanos. Sostenían que su pintura ni era abstracta ni tenía nada que ver con el expresionismo alemán. Quizá fuera más acertada la denominación de «pintura gestual», que sin embargo tuvo menos éxito. Sea como fuere, se trata de un tipo de pintura que interpela directamente a las emociones del espectador, una pintura que habla a los sentimientos y sensaciones, antes que a la razón. Una pintura que exige una entrega emocional para poder ser aprehendida.
He elegido una selección de las primeras obras de los expresionistas para comenzar a mostraros la exposición, en la que insistiré en entradas posteriores. Me resulta interesante ver su evolución. Encabeza el comentario un Self-portrait de Mark Rothko, firmado en 1936. Debajo, a la izquierda, otro autorretrato, esta vez de Jackson Pollock, realizado entre 1930 y 1933. A su derecha un Interior, de Rothko, del mismo año que su autorretrato. Sobre estas líneas, de Pollock, Male and Female (1942/43) junto a un lienzo de Willem de Kooning, Untitled, de 1939.
En la primavera de 2010 visité la Tate Modern londinense para contemplar la antológica que el museo dedicaba a un pintor hasta entonces prácticamente desconocido para mi, de cuya obra me enamoré: Arshile Gorky, cuyo autorretrato os muestro sobre estas líneas. Se considera a Gorky el pionero de este movimiento, aunque él nunca llegó a abandonar completamente la línea ni el control de la pincelada. Este cuadro, hermosísimo, muestra el inicio de su transición hacia el expresionismo abstracto. Estamos en 1936. Ocho años después pinta el lienzo que veis a la derecha, Water of the Flowery Mill, y en 1945 Diary of a Seducer, abajo a la derecha. Y a la izquierda The Orators, firmado en 1947. En estos cuadros se puede observar su evolución, aunque subyace en su pintura la influencia del surrealismo y la utilización controlada del trazo.