«Lion», mitad mágica mitad convencional

lion-nominada-mejor-peliculaLion, otro de los films nominados al Óscar a la mejor película, es la más convencional de las cinco competidoras que he podido ver hasta ahora. Dirigida por el realizador publicitario Garth  Davis, cuenta la odisea de un niño que se pierde y aparece en Calcuta, a 1.600 Km. del pueblo donde vive. Veinte años después, obsesionado con encontrar sus orígenes y guiado por los flashes de recuerdos que conserva, regresa al que fue su hogar.

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La primera parte de la película, la que cuenta la vida del pequeño Saroo, la relación con su hermano mayor y la peripecia de su aventura, me pareció creíble y conmovedora, muy bien narrada, sin efectismos ni sentimentalismo gratuito, muy apoyada en la naturalidad y encanto del niño Sunny Pawar. La segunda parte, con Saroo adulto viviendo en Australia con su familia adoptiva, me resultó bastante plana, un poco repetitiva y sin mayor interés. Creo que sobran las imágenes de los protagonistas reales de la historia que nos colocan al final, como si de una ONG se tratara. La poca magia que la película es capaz de suscitar, perdida.

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Os dejo con el trailer:

4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Fred dice:

    La película es «Manchester frente al mar»: nada que ver con todas estas otras candidatas al Oscar, demasiado convencionales, como hechas con retazos de cine ya visto (es cierto que la primera parte de «Lion»marca la diferencia con la segunda, lo que de por sí no deja de ser un fiasco considerable).
    «Manchester» es dura como la vida misma. Pero esa dureza no está equitativamente repartida y produce vértigo imaginarse uno en la piel de Lee ante una tragedia tan demoledora como la suya. No me voy a olvidar fácilmente de este «Manchester».

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    1. Sol dice:

      Has visto Moonlight? Si no la has visto, no te la pierdas. Para mi es, junto a Comanchería, lo mejor que he visto estos días. Ya me dirás. Un beso, querido

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  2. Fred dice:

    «Sí he visto «Moonlight». Es una buena película, desde luego, pero me gustó más «Manchester». Para no repetirme, copio-pego un comentario que hice en un blog literario, hace una semana:
    «Moonlight» no me acaba de convencer; veo dos películas distintas dentro de una misma historia, dos fragmentos separados por una cesura, a partir de la cual no se compadecen el uno con el otro. Es buen cine sin duda, incluso gran cine; pero algo falla en ese relato, dejándome la incómoda aprensión de que o alguna sutileza se me debe de haber escapado o que los jurados tienen unas tragaderas más anchas que las mías.
    El cine no es la realidad (aunque se curra su propia realidad, of course), pero por mucha elipsis y simbología que contenga, cada fotograma ha de tener un valor significante: nada es gratuito, nada que capte la cámara dejará de tener importancia en el relato. Por lo mismo que todo desenlace ha de estar justificado por algo que se nos haya contado previamente.
    En la primera parte de la película, cuando se describe el bullying a que esta sometido el niño protagonista, tarda en salir a colación la palabra marica, sin que nada de lo que hace el pequeño de los ojos desmesurados (qué ojos “ponen” los niños negros…) indicie de una conducta -en lo tocante a la definición sexual- diferente a la del resto de sus compañeros. De modo que tarda uno en definir -desde este punto de vista- el problema de Little: solo es manifiesto su apocamiento y el aislamiento de los demás. Lo que sí está muy bien descrita es la crueldad de los adolescentes cuando hacen presa de su brutalidad a un ser indefenso.
    Y desde luego que aquel personaje, frágil y desamparado, se convierta al cabo de unos años en semejante macho alfa descomunal, con inclinación al delito e incluso al ejercicio de la violencia (apuntada someramente en un par de detalles, además de ser consustancial al oficio de trapichero), hace poco creíble semejante metamorfosis. O por decirlo de otra manera, falta metraje que lo explique y que le de coherencia.
    Existen otros desvanecimientos abruptos de personajes de los que no se vuelve a saber nada (apenas una mención como de pasada de la muerte del benefactor y de cómo vive desde entonces su compañera), que un mejor guion hubiese tratado de modo más adecuado.»

    Más tarde precisaba:

    «Sí, el delicado tratamiento de la relación homo es de agradecer; no hay la menor escabrosidad, ni un detalle que haga pensar que se busquen efectismos trasnochados… Las secuencias finales, el encuentro entre los dos amigos (?) después de la brutal separación, son de una gran humanidad. El actor que hace de amigo -ya adulto- de Black, borda un papel contenido, en el que los ojos y la expresión corporal (aquellas pausas en el deambular un poco atolondrado por el restaurante…) indician de un estado emocional complejo e intenso. La dignidad con que el director resuelve el encuentro es digna de elogio. El abrazo final es de una ternura conmovedora.
    Lo cortés no quita lo valiente.»

    Beso, Sol.

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  3. Fred dice:

    Los comentarios anteriores son un copia-pega de los que envié, hace cosa de una semana,a un blog literario que frecuento.

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