Confieso mi amor incondicional por el pueblo ruso, con cuyos excesos temperamentales me siento muy identificada. Ni que decir tiene que adoro su cultura: su literatura, su pintura y, sobremanera, su música, me conmueven hasta el impudor. Hace unos días disfrutamos en el Auditorio de los Virtuosos de Moscú, una orquesta de cámara fundada por…