Nos recuerdo delante de un Rothko en Bilbao, en Nueva York, en Madrid. Los dos en silencio, atrapados por tanta luz. Tenía la entrada anterior, la dedicada a las supuestas implicaciones místicas de su pintura, escrita hace bastantes días, esperando turno en la bandeja de borradores. Y esta mañana, mientras aguardo para verte, me ha apetecido…