Inge Morath: El Danubio

dr-ingedonau-081¿Cómo voy a fotografiar este río? De camino al nacimiento del Danubio, en Donaueschingen, de repente me vi superada por el pánico: ¿de cuántas maneras se puede fotografiar el agua y qué pueden comunicar tales imágenes? Entonces me tranquilicé: un río no es solo un caudal de agua, un río tiene en sus riberas una historia escrita por generaciones de personas que han plasmado sus historias en ellas.

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Entre 1958 y 1994 la fotógrafa austríaca Inge Morath, la primera mujer miembro de la agencia Magnum Photos creada por Robert Capa (un personaje fascinante al que traje en varias ocasiones a Mi casa, y del que el Círculo de Bellas Artes prepara una nueva muestra), emprende varios viajes por el Danubio, recorre sus orillas fotografiando gentes y paisajes, antes y después de la caída del telón de acero. Según Arthur Miller, con el que estuvo casada durante un tiempo, «tenía la capacidad de captar la celebración de la vida».

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Me encuentro con estas fotografías en el Espacio Fundación Telefónica, formando parte de la exposición Tras los pasos de Inge Morath, una muestra singular que reúne la obra de ocho fotógrafas de distintas partes del mundo que se reúnen para homenajear a la artista siguiendo sus pasos y mostrando el gran río a través de sus ojos. Pero de esta muestra os hablaré en otro momento. Hoy solo quería celebrar estas espléndidas imágenes que desconocía, e invitaros a aventuraros en el mundo de una mujer libre que rompió amarras tras su propio lenguaje.

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2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Fred Anónimo Veneciano dice:

    EL INFRAMUNDO DE LA FOTOGRAFÍA. (Fred en Cholula).

    Empape, Sol, una badana de ocelote en agua fuerte diluida al onceno de su ley. Nomás acaricies con ella la superficie de la foto, verás cómo se van desprendiendo grúmulos como cabecitas de azabache de alfiler de Comala: son los nitratos de la plata que ahorita se van yendo, dejando en su lugar unas calvitas de perspectiva profunda y como asoslayada, que abren un plano soterrado y huero de estampas y figuraciones: mero desierto de Sonora en miniatura.
    No me la vuelva a tocar en siete días, y póngala a buen recaudo de escuincles y descuideros. A la séptima noche, en las doce campanadas, sumerja la cartulina en solución de goma arábiga al diez por ciento en vinagre de Campeche. Espere un tantito, como cosa de media hora… Saque el daguerrotipo del caldo filoso y (ahorita me tiene que hilar fino) con los dedos índices extienda los bordes de la calvita hacia los lados, como forzando la abertura. Entonces verá que las dimensiones del papel se agrandan como por merito sortilegio y que lo que era calvita es hora una puerta de entrada de tamaño que le permita a usted penetrar en el submundo de la estampa, a poco que se agache y que se atreva.
    Dizque en el estado de Guerrero de esta patria, es artería bien socorrida. Yo -a qué mentirle- solo lo he conseguido cuatro veces. En la más memorable, recorrí el inframundo de un cuadro de El Bosco y aún no me he repuesto del evento.
    Ándele sin miedo.

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    1. Sol dice:

      Qué derroche de palabras sonoras, que generosidad la tuya, Fred. Qué delicia. Sigue, por favor. Cualquier cosa, contada por ti, es una epopeya. Gracias mil, y un beso

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