Cómo de un agujero negro, de la sombra también se puede extraer luz, y belleza. De unos meses para acá me siento envuelta en una sombra negra, que se volvió belleza hace unos días en el Auditorio escuchando estos versos de Rosalía de Castro convertidos en balada por el compositor Juan Montes.
Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
a los pies de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa.
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que zumba.
Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.
En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mi misma moras,
ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.
Desde Chavreul esta parte sabemos que los colores se forman en la mente. La radiación de la luz blanca sobre un objeto hace que este absorba alguno de los colores del espectro, todos o ninguno. Si los rechaza todos, el objeto lo percibimos como blanco; si se queda con todos, negro. Luego aquello que vemos como negro, atesora todos los colores del arco iris, los incorpora a su ser: es más rico. Pero a ningún pintor impresionista se le ocurriría pintar una sombra negra: el azul (siempre), la gama del violeta, el verde…
En la pintura, si se quiere conseguir el negro, se han de mezclar todos los demás colores. Sin embargo, la suma de los colores-luz da como resultado…el blanco. Lo mismo que nos da la negrura, contiene en si mismo la luz blanca.
Mis colores son el rojo y el negro.
Ah: y somos luz.
Beso, Sol.
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Ya te echaba de menos, nos tenías muy abandonados. Si no das señales de vida de vez en cuando, me preocupo. Así que, amigo mío, di esta boca es mía.
Ah, mis colores son el rojo y el amarillo.
Besos Fred
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